miércoles, 20 de julio de 2016

Mar del Plata


Recuerdo cuando era niña y mi papá manejaba un Fiat 128. Íbamos a algún lado. A veces pienso que era a Mar del Plata, porque era un viaje largo y, además, nosotros nunca salíamos de paseo. Salvo en febrero, que íbamos a Mar del Plata. Lo único que recuerdo era que de pronto en un lugar donde no había nada aparecían filas de álamos. Una línea verde contra el viento. Eso decía mi papá, que se plantaban los álamos para atajar al viento. Que me fijara, decía, que siempre que había una fila de álamos había una casa. Desde hace años, cada vez que paso por una fila de álamos, cualquiera sea el destino, confirmo que más lejos o más cerca hay una casa. Y siempre es la misma casa que yo veía cuando iba en el Fiat 128 de mi papá.



(Diciembre 2014)


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